"... mis recuerdos recorren tiernamente la vieja escuela universitaria en que conocí la amistad, el amor, el sentido de la lucha popular, es decir, el aprendizaje de la conciencia y de la vida. De aquella escuela y de mis alojamientos sucesivos de estudiante pobre salieron a las imprentas mis primeros libros: Crepusculario, el año 1923; 20 Poemas... en 1924...
La poesía, la curiosidad delirante, la fermentación de todos los libros, la embriaguez juvenil de hallar otros seres que sueñan los mismos sueños que nosotros, las calles Echaurren, República, Avenida España, llenas de pensiones juveniles, los poetas Cifuentes, Sepúlveda, Romeo Murga, Eusebio Ibar, Víctor Barberis, desaparecidos de la existencia, pero no de la poesía; las calles inquietas en que lo impresionante al atardecer era una súbita ráfaga, fragancias de madreselvas o de lilas.
Aquellos amores gozosos, lancinantes y efimeros, todo esto condicionó mi existencia".
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